Alentejo

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Viajar por Alentejo es un placer para los sentidos. Los Castillos de Moura o Monsaraz, Alqueva, sus vinos, su carne de porco alentejana, las playas del Parque Natural del Sudoeste Alentejano, la Évora romana, sus paisajes, la calma de sus gentes…

Los alentejanos son «víctimas» de sus chistes, como en España con los leperos. Es característica su calma, pero los hace únicos.

Para mí, es una de las regiones más auténticas de Portugal, con mucha personalidad e idiosincrasia. De las que más apuesta por la raya transfronteriza, la más parecida quizás a nuestra Extremadura.

Considero que la mejor forma de visitar Alentejo es en coche, por las carreteras secundarias. Pararse a respirar, a ver los viñedos, visitar alguna bodega, tomar un café en cualquier vila pequeña, charlas con sus vecinos (aunque a mí me resulta complicado entender), comer por el camino, hacer un picnic entre ovejas…

Es pureza, tranquilidad, naturaleza, sensibilidad… alentejana.

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